viernes, 15 de diciembre de 2017

ACTIO Birding en Andújar

Buenas…

ACTIO Birding pasó los días 8, 9 y 10 de este mes en Andújar.
Evidentemente, en esa tierra, el objetivo principal no podía ser otro que ver lince, pero junto a el teníamos por supuesto otro objetivos en nuestra agenda, como ver águila imperial, buitre negro, águila real, buitre leonado… Cumplimos las expectativas, y lo pasamos bien, asi que con las ganas que tenemos de visitar siempre Andújar, y con lo aprendido de esta primera experiencia como guía ahí, hay ánimos para repetir a no mucho tardar.
En ACTIO Birding llevábamos tiempo con la idea de hacer algo por Andújar, pero no fue hasta este verano cuando nos animamos definitivamente, y empezamos a trabajar en montar la expedición.
Todo el mundo puede ir a Andújar a intentar ver lince, otra cosa es verlo. Para esto último, para tener un tanto por ciento de posibilidades altas de verlo, hay que buscar en los sitios mas inaccesibles, y huir de los más transitados, ¡que ojo!, también funcionan, como pudimos ver esta ocasión, pero que como digo, no dan mucha certeza de ver al lindo gatito, convirtiendo su observación en algo azaroso. Pues para tener el máximo de posibilidades de ver lince, se nos ocurrió contar con gente del lugar, y creo que no hay mejor empresa
en la zona, que IBERUS MEDIOAMBIENTE. Así que contactamos con Francisco J Martín Barranco (Paco), y buscamos fechas que nos cuadraran para organizar la salida.
Con fecha ya clara, había que buscar gente interesada, cosa que no sería fácil, parece que las empresas pequeñitas como la nuestra, y con poco recorrido aun, las excursiones de más de un día nos cuesta sacarlas. Pero logramos encontrar gente dispuesta a la aventura, y para allá que nos fuimos.
El día 8 por la mañana quedamos en Albacete todos para iniciar la expedición, con parada en La Roda para recoger a otro de los participantes. De camino a Andújar mucho pajareo, puesto que desde La Roda (AB) a Manzanares (CR) decenas de milanos reales sobrevolaban la autovía, también buen numero de busardos ratoneros, algún aguilucho lagunero, y un aguilucho pálido.
Llegamos a Andújar con las ultimas luces del día, y tras dejar nuestro equipaje en nuestro alojamiento durante el fin de semana, en La Caracola, nos acercamos al Jándula, para intentar la nutria, que fallo, como en los otros dos intentos mas que le dedicamos esos días. Pero bueno, nada es perfecto, y contábamos con su más que previsible ausencia.
Tras cenar en La Caracola, genial el trato y la comida de este establecimiento, a la cama, puesto que al día siguiente había que madrugar un poco, para como he dicho antes, volver primero a intentar la nutria, y después dedicar el día al lince.
A primera hora de la mañana Paco de Iberus, nos recogió, y con el fuimos a intentar de nuevo la nutria, que fallo. Pero mientras
esperábamos su aparición nos anotamos unas cuantas especies de pajaricos que vimos u oímos: chochín, acentor común, lavandera cascadeña, Martin pescador, garcetas comunes, cormoranes, petirrojos, luganos, carbonero común, herrerillo común, bisbita alpino, pito real, rabilargos, curruca cabecinegra, etc.
Tras un ratejo, decidimos ponernos en búsqueda de lince, pero haciendo una parada para intentar ver una pareja de águilas imperiales. Y ahí las vimos, al macho y a la hembra, en sus posaderos habituales, y también en vuelo. Ya era media mañana, y estábamos con la furgoneta rumbo a la finca con la que IBERUS tiene un convenio que le permite acceder a ella, cuando Inma, compi de Paco, le comunica vía telefónica que se estaba viendo un lince en un camino público. Tras deliberar entre nosotros si retrocedíamos para intentarlo, con el riesgo de que el animal se fuera mientras íbamos, decidimos intentarlo, ya
tendríamos la tarde para la finca. Y acertamos, puesto que hay seguía el lince, en la distancia, amagado, acechando conejos como veríamos después. El enorme macho, después de pasar un rato agazapado, inicio un acercamiento hacia un punto en concreto que recordó mucho al que hacen los grandes felinos africanos al acechar a sus presas. Cuando inicio la carrera, vimos salir conejos en todas direcciones, y a “nuestro lince”, sin presa. Había fallado, como sucede la mayor parte de las veces que intentan cazar. Pero nosotros disfrutamos de la observación, cumpliendo ya el objetivo principal del viaje. Tras este encuentro no previsto pusimos rumbo a la finca donde pasaríamos la tarde.
De camino a ella mucho ciervo y gamo, y también pajaritos: colirrojo tizón, pico picapinos, tarabilla común… Llegados a nuestro destino, comimos de picnic, productos de la zona, por cortesía de IBERUS, y tras el café, como unos señores,
buscamos una posición elevada donde pasaríamos la tarde oteando una zona por la que los linces tienen cierta querencia. Por ahí se escucharon muchos mochuelos, me sorprendió la densidad de esta especie, un gavilán a lo lejos, un águila real, algún picogordos, estorninos, etc. Estábamos algo impacientes por ver lince de nuevo, pero Paco, conocedor del animal, y del sitio, nos daba confianza y la esperanza de que a última hora de la tarde tendríamos premio. Por ahí apareció Inma, la compañera de Paco en IBERUS, que sumo su supervista a la nuestra, y fue pieza clave en detectar a una hembra de lince, con un cachorro hembra ya crecidita. Inma, desde otra posición lejana, vio como bajaban por el monte, y nos alerto de que iban hacia una zona despejada, que se observaba bien, aunque lejana desde la nuestra. Y así fue como aparecieron delante de nosotros, a unos centenares de metros, la hembra
cuidadosa y alerta, y el cachorro, mas despreocupado.
No sé cuánto tiempo pasearon delante de nuestros telescopio, 20, 30 minutos quizás, pero desde luego sí que se que fueron algunos de los minutos más maravillosos que he vivido. No hay palabras que puedan describir los dos momentos del día en los que el gato se paseo, pero espero que el video de Román, uno de los expedicionarios, pueda haceros participe un poco de lo que sentimos.
Satisfechos por el día y las observaciones, pusimos fin a la jornada pajarera, así que pusimos rumbo a nuestro alojamiento, y tras la ducha, a cenar y brindar por la estupenda jornada.
A la mañana siguiente no madrugaríamos tanto, con el objetivo principal cumplido, solo nos quedaba intentar de nuevo la nutria,
conscientes de la dificultad, y dedicarle tiempo a los buitres negros, que no habían aparecido hasta entonces.
Tras desayunar bien en La Caracola, más que bien diría yo. Nos fuimos de nuevo al Jándula. Justo cuando llegamos nos comentaron que habían visto fugazmente a la nutria, pero no volvió a aparecer, y decidí poner rumbo a La Lancha, para intentar rapaces por esa zona. Ya por entonces el pronóstico meteorológico se iba cumpliendo. Si el cielo permanecía cubierto como en días anteriores, el viento se ponía bravo, y las lluvias se adivinaban en la lejanía. Así que había que espabilar para ver el buitre negro, especie que como he dicho nos faltaba. Si el día de antes apenas vimos grandes alados volar, el domingo fue todo lo contrario, y durante la mañana constantemente estuvimos viendo buitres leonados, y en menor medida, aunque en buen numero, su pariente negro. También apareció volando una real, que se poso
en un chaparro, pero con el sol justo detrás, impidiendo una buena observación.
Le dedicamos también algún momento de nuevo al lince, pero como ya habíamos cumplido, y el tiempo como he dicho amenazaba lluvia, y la operación retorno se esperaba complicada, decidimos poner punto final a la aventura, tras comer, y visitar el centro de interpretación del Parque Natural.
Acabamos el fin de semana con una lista de 79 especies de aves vistas u oídas. Quizás podríamos haber visto algunas mas, y haber disfrutado algo más de las que detectamos, pero es complicado estar a todo cuando al lince están ocupados todos los sentidos.
Volviendo pudimos ver una escena que nos recordó el destino de muchos linces. En la autovía, a la altura de La Carolina, un gato
decidió cruzar entre un denso tráfico. No fue aplastado, pero si se llevo un buen golpe que seguramente acabaría con su vida unos metros mas allá, entre la vegetación. Este tramo es bien conocido por ser un punto negro para el lince. No entiendo como esa autovía es permeable para la fauna, como no se ponen medidas para evitar la sangría…bueno, si lo entiendo, pero mejor no lo comento.
Acabo dándole las gracias a Chelo, Pili, Jose y Román por haber confiado en nosotros para esta su primera experiencia con el lince, espero que repitan de nuevo. También agradecer a Paco y a sus compis su profesionalidad, su sabiduría, y sobre todo su trato para con los clientes y el lince, sois unos profesionales tremendos!!. Y a Ramón de La Caracola, por su trato, seguro que nos volveremos a ver por ahí. Y esto es todo, ¡¡¡hasta pronto!!!.

















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