miércoles, 29 de diciembre de 2010

Por el Calar del Mundo.


Buenas…
Uno se va cansando de patos, Gualdos y demás bichos acuáticos, que si, que molan, que son muuu bonicos. Pero la cabra tira al monte, y a mí lo que me tira es la montaña, así que aunque seguiré haciendo visitillas a Pétrola y demás humedales albaceteños, creo que va llegando la hora de centrarse en la montaña.
Y para empezar la desintoxicación de humedales no hay nada mejor que irse al Calar del Mundo, uno de los macizos cársticos más importantes de España. La idea ya la tenía yo en mente, subir estas Navidades, pero la compi de la SAO Chelo, acabo animando a la gente y poniendo la fecha. Así que con fecha, gente y ganas, no quedaba otra cosa que ponerse en marcha.
Al Calar del Mundo ya he subido muchas veces, por distintos sitios, en distintas épocas del año, con diversa gente, así que cada ruta por esas tierras es distinta, son distintos los colores de la vegetación, los de la roca, las aves que ponen la banda musical de la ruta, las conversaciones con la gente, todo es nuevo cada vez que se sube.
El día señalado para la ruta fue el pasado domingo día 26, y comenzó como empiezan habitualmente nuestras actividades, con chocolate con churros. Parece que comenzando el día así, invocáramos energías positivas para que todo salga bien, y así salió, ¡¡¡cojonudamente!!!.
Salimos de Albacete (con -8ºC) Julia, Siro, Javi, David, Victor, Gloria y su hermana, Miguel, Chelo, Juanito y yo mismo rumbo a Riopar donde recogeríamos a otro miembro de la expedición, el otro Rafa. Ya en ruta, al pasar Elche de la Sierra y tener las primeras vistas del Calar nos dimos cuenta de que íbamos a tener un aliciente más en la ruta, aunque era algo previsible, nieve, mucha nieve. Tras recoger a Rafa Martínez pusimos rumbo a Siles, ya en Jaén, desde donde sale la pista que nos llevaría a nuestro destino. Por la pista trascurre el PR-A78, que nosotros seguiríamos en parte, hasta su desvió hacia el Puntal, donde dejaríamos los coches y comenzaríamos nuestro paseo. Pero llegar a este punto fue delicadillo, conforme cogíamos altura la nieve apareció en la pista, poco a poco la capa blanda se puso más espesa, y en algunas zonas de umbría la nieve congelada dificultaba conducir, lo hacía peligroso. Yo habría dejado el coche abajo, pero Rafa Martínez no parecía tener ganas de andar mas de la cuenta y siguió hasta arriba, y todos detrás de el, acojonaicos, por lo menos yo. Cuando llegamos al punto previsto de inicio la ruta y baje de mi coche el alivio fue tremendo. Pero más tremendo fue el pisar la nieve, notar el solecillo en la cara, y ver la vista que teníamos ante nosotros, el Cambrón y el Sarga-Padrón. Es ver una montaña y todo lo malo se me olvida, debí nacer montaña, o al menos pedrusco.
Comenzamos a andar, el camino estaba nevado, unos 10 centímetros, nieve pisoteada en el primer tramo del recorrido por un coche que oso llegar hasta allá. Después sobre la nieve, mientras avanzábamos solo se veían las huellecillas de los residentes del Calar, huellas de roedores, de Zorro, de Ciervo, de Jabalí y demás bichejos. Mientras caminábamos algunos pajarillos, pocos, delataban su presencia con sus trinos, supongo que la mayoría habrían ido a zonas más bajas buscando zonas libres de nieve donde alimentarse. Así pudimos escuchar ejemplares de algunas especies: Carbonero Garrapinos (Parus ater) y Común (Parus major), Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs), Trepador Azul (Sitta europea), Herrerillo Capuchino (Parus cristatus ) y alguna especie más que seguro algún compañero me recordara después. Da gusto pisar la nieve, el crujir de la nieve bajo las pisadas tiene algo que mola mucho. Y mola mucho también el ver delante de nosotros todo el camino cubierto de nieve virgen, camino que a veces solo se intuía y que daba la impresión de ser pioneros en ese territorio, los primeros en ver esos paisajes. Y desde luego fuimos los primeros y los únicos en ver ese paisaje, al día siguiente ya no sería igual. De vez en cuando en el camino aparecían charcos helados, capas de hielo rotas en algunos puntos que mostraban grosores importantes, mas de 5 centímetros, y es que a pesar de que la sensación térmica era muy agradable por el sol y la falta de viento, la temperatura era de -4ºC.
En Pozo Romero hicimos una paradilla, estuvimos viendo el pozo, la charca helada, y contemplando un par de Buitres Leonados (Gyps fulvus) posados sobre Peña Marranera, justo antes de parar pude ver un Mirlo Capiblanco (Turdus torquatus). Seguimos andando, pero no mucho mas, como algunos estaban cansados, decidimos variar la ruta, no llegaríamos al Puntal de la Escaleruela, nos conformamos en subir a Peña Marranera, como los Buitres que vimos antes, para desde ahí ver la brutal imagen de la Sierra de Albacete y Jaén, bueno, y Granada, porque al fondo, también nevada, asomaba la Sagra, enorme con sus casi 2.400 metros. Delante de nuestras narices, la mole del Calar de la Sima, el Mentiras en todo lo alto. A nuestra izquierda el Puntal de la Escaleruela, escoltado por los Buitres Leonados que siempre patrullan esta zona, a nuestras espaldas el Pico del Calar, una de las cumbres de la altiplanicie que es el Calar del Mundo. A nuestra derecha las montañas de Jaén, que no conozco bien, y que no nombro por miedo a equivocarme, pero me atrevo con la Sierra del Cuquillo, el Puntal del Caballo y los Calares de Cobo y Morillas. Bajo nosotros el Estrecho del Diablo, que desde donde estamos no se ve bien, pero se intuye. Es una imagen tremenda, podría pasar horas y horas sentado ahí mirando el paisaje. Pero había que alimentarse, e iniciar la vuelta, y antes de hacerlo Miguel apareció ahí, no sé donde se habría metido, le lance una mirada como preguntando a la que él respondió: “el que va a mear y no se pee, es como el que va a la escuela y no lee”, estaba todo claro, no había que preguntar más.
Comimos en Pozo Romero, aprovechando unas piedras libres de nieve, aunque yo comí de pie, hay un dicho que dice que ni en invierno ni en verano, hay que poner una piedra donde acaba el aparato digestivo, así que trague de pie, aprovechando para fotografiar a los compis de andanzas con gestos la mar de divertidos, fotos que no puedo publicar porque mi capacidad reproductora seguramente se vería seriamente comprometida. Comimos y nos pusimos en marcha de nuevo rumbo a los coches, pero al poco nueva parada, un grupo de Buitres sobrevolaba el Puntal del Caballo, y entre ellos un Águila Real (Aquila chrysaetos)picaba marcando su territorio.
Continuamos, y llegamos a los coches, algunos parecía como si sus coches fueran los salvavidas que se les lanzan a los náufragos. No habíamos andado mucho, algo más de 8,5 kilómetros, pero la nieve había agotado a los menos preparados, eeeeh!, y no quiero señalar, jajajaja.
Yo mientras terminaba de llegar la gente más rezagada, pensé en la próxima ruta, lo tenía claro, así que ya en el nuevo año, el día 2, al Calar de la Sima, decidido, bonita manera de empezar el año.
Y después de pensar esto, me puse a pensar que había que bajar de nuevo por la pista helada, y bajar por hielo es más complicado que subir, que ¡¡¡¡miedoooo!!!!. El coche me culeo unas cuantas veces, una se me atravesó más de la cuenta, pero llegue abajo intacto, y me sentí como los que cansados de andar llegaron al coche, ¡¡¡¡que alivio!!!!.
Así que contentos, algunos cansados, otros reventados, pusimos rumbo a Riopar donde paramos a tomar algo liquido, cafetillos y demás, aunque la cosa se lio, que si un bocata de salchichas, que se ponme un pincho de tortilla, que si yo quiero otro, y a mí que me da envidia y me da por zamparme otro, jajaja, ¡¡como zampamos en la SAO!!.
Ya acabo, me ha quedado esto largo, espero no haber aburrido.

Aquí os dejo mas fotos.
Deseo que estéis pasando unas felices fiestas, y que el 2011, al que ya le queda poco para llegar, os traiga lo mejor.
Saludos, y hasta dentro de un rato.








1 comentario:

  1. Un precioso relato, un paraje epectacular, sin duda uno de esos lugares que tantas veces debo haber visitado en mis sueños y sueño poder conocer algún dia en directo. Me identifico especialmente la frase: "Pero la cabra tira al monte, y es ver una montaña y todo lo malo se me olvida, debí nacer montaña, o al menos pedrusco". Creo que debiste leer mis pensamientos, Rafa, porque la podría haber escrito yo.

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