jueves, 18 de octubre de 2018

Carroñada y atalaya de la Torrecilla, Sierra del Relumbrar. Albacete.

       Buenas…
      Ayer estuve dando una vuelta por la Sierra del Relumbrar acompañado por Pablo López Aracil. Sin que sirva de precedente, el motivo de la visita no era ornitológico, si no histórico, aunque luego la cosa de manera inevitable llevo a lo primero. Hace poco me hablaron de una atalaya, una torre defensiva cercana a Villanueva de la Fuente (Ciudad Real), pero que pertenece a Alcaraz (Albacete). En esa parte de Ciudad Real, no se si por tradición, o que, la tienen por suya, pero los limites de los términos municipales son testarudos, y en esta caso no hay la menor duda, la atalaya de la Torrecilla es de Alcaraz, totalmente albaceteña. Esto no es algo extraño, no se porque cuando se habla de las cercanas a este sitio, Lagunas de Ruidera, también se dice que son de
Ciudad Real, “¡y un pijo! digo yo, la mayor parte de ellas son también, albaceteñaaaas!!!.
      El caso es que para allá nos fuimos Pablo para allá, y tras un bonito paseo llegamos a ella, disfrutando del entorno, y de las plantas que por ahí prosperaban (doradillas, vinagreras, ombligo de Venus, clavelinas…). Y ahí me aproveche de Pablo, un brutal botánico, comunicador y conocedor de rincones de Albacete. Me cuesta aprender de plantas, diría que me duele, pero con Pablo ayer aprendí un montón, habrá que repetir con el salida!!.
      Llegamos a la atalaya, dominando un territorio con un paisaje espectacular, y tras tomar coordenadas y comprobar, como ya sabíamos, que está en Albacete, almorzamos, e iniciamos la vuelta puesto que queríamos visitar otro paraje. No voy a dar detalles históricos de la atalaya de momento, hay que investigar mas sobre sus orígenes, pero que quede aquí la reseña, y la reivindicación de este monumento para la provincia de Albacete.
      Tras el paseo matutino, tocaba el vespertino, parando antes a saciar el estomago que ya pedía alimento.
      Pero antes de nuestra pitanza, una visión desde el coche, algunos buitres volando de una manera conocida, “ahí hay una carroñada!”, le dije a Pablo.
      Paramos el coche, y nos dirigimos hacia donde me pareció debía haber algo muerto porque no cesaban de llegar buitres. Al poco, en la lejanía, veo primero un montón de buitres en una pequeña lomo, posados, como pidiendo numero para comprar en el super, y centenar de metros mas allá, dos bultos, una oveja muerta, y un perro pastor. El perro pastor parecía defender el cadáver de la cercanía de los carroñeros, en cuanto algunos buitres más valientes y hambrientos se acercaban, el perro salía amenazador tras ellos. Al final, cansado y abrumado quizás por la cada vez más numerosa presencia de buitres, el perro retrocedió,
no sin antes darle un par de buenos mordiscos a la oveja muerta. El perro se dirigió hacia el rebaño de ovejas, que no estaba mas allá de 100 metros del cadáver de la compañera, estaban asustadas, como viendo el mas que probable final que le espera a una oveja por esa zona de Albacete.
       Fue desaparecer el perro, y una horda de buitres se abalanzó sobre ella en un aparente desorden muy ordenado. Los más hambrientos comen primero, el hambre y la presencia de alimento les hace más agresivos, no hay quien los pare. Los menos hambrientos se quedan un tanto atrás, esperando que quede algo para saciarse del todo, sería bonito pensar que lo hacen como deferencia hacia los más necesitados, pero más bien será que no es necesario enfrentarse a la agresividad del hambriento cuando a
uno no le urge tanto, para que llevarse algún picotazo o revolcón que pueda dejarlo herido, ya habrá oportunidad de meter el pico, y si no, en otra ocasión.
     Es fascinante observar todo el ritual de comportamientos, poses, pasos y miradas de estas aves en estas circunstancias, hipnótico para los que adoramos a estos bichos!.
      Al menos 91 buitres leonados aparecieron por ahí, no todos se acercaron, como tampoco bajaron todos los buitres negros que llegue a ver, 3, solo uno de ellos comió de la oveja, y ya al final. 32 minutos duro el banquete, no quedo de la oveja más que hueso y pellejo.
       De verdad, que espectáculo más grandioso el que nos ofrecieron estos recicladores del monte!!. Tras la pitanza de los buitres, mi estomago era puro rugido, si se hubiera dado la circunstancia de que Pablo y yo solo hubiéramos tenido un bocata para alimentarnos, yo hubiera sido el buitre que primero hubiera llegado y picado, jajajaj!.
      Pues eso, comimos y charlamos un rato, aprendiendo, y también criticando a diestro y siniestro (un poco de esto es sano).
      Y después, un paseico por el Estrecho del Hocino para ver alguna plantica. De camino un águila real nos sobrevolaba a bastante altura, y las habituales cabras monteses, sobre todo hembras con la cría del año, aparecían por todos lados, en breve llegara el celo de esta especie y será más fácil ver a los machos ahora escondidos en el monte. También vimos un pequeño mantido, ameles spallanziana, apenas 3 centímetros de criatura, criatura hembra, con alas vestigiales, sin capacidad para volar, y abdomen grueso, características de las hembras de esta especie.
      Y ya está, en el Hocino acabo una jornada fructífera, me lo pase bien, aprendí mucho, y vi cosas bonitas.
      Hasta otro rato, chau…
     PD. Se me olvidaba, de camino al Relumbrar, cerca de Alcaraz, desde el coche, observamos avutardas, paramos y vimos  de ellas.
Avutardas
Rhizocarpon geographicum, un liquen.
Umbilicus rupestris, ombligo de Venus.
Ceterach officinarium, Doradilla.
Ceterach officinarium, Doradilla
Ceterach officinarium, Doradilla
Dianthus lusitanus, Clavelina
Rumex scutatus, Vinagreras
Buitre leonado
Buitre negro
Ameles spallazanciana

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