jueves, 4 de septiembre de 2014

Subida al Calar de la Sima

                                                                                    Buenas…
El domingo 31 de agosto fue un día muy especial para mí, por varias cosas.
 Ese día tocaba subir al Calar de la Sima, para mí la montaña más bonita de Albacete. No la más alta, son 1.897 metros creo, pero como digo las más bonita, la más especial. La sensación de enormidad que da es tremenda, es un montañusco con todas las de la ley. Los más o menos 5 kilómetros que tiene su cuerda, por encima de los 1.800 metros entre los que levemente destaca la cima, su desnivel, sus paisajes, los múltiples caminos para subirla, la ponen a otro nivel con respecto al resto de cimas provinciales, incluso de la Sierra de las Cabras, que con sus 2.100 metros es la cumbre provincial.
En fin, es una montaña que subes mil veces, y no te cansas de subirla.
Otra circunstancia hacia de la jornada un día especial. Me acompañaba mi amiga Irene, mi compi del alma. Muchas veces hemos hablado de subir montañas juntos, pero por unas cosas u otras no surgia el momento, y ya veremos si el futuro nos trae mas momentos para poder compartir montañas.
El caso es que si a un sitio especial, se le suma una persona especial, lo normal es que salga un día especial.
Como ya he dicho al Calar de la Sima, y su cumbre, Mentiras, se puede subir por muchos lados. Pero tampoco era cuestión de subir a Irene por lo más duro, y a marchas forzadas, era un dia para disfrutar, y aunque subiendo se sufre un poco, mejor hacerlo mas llevadero.
Subimos desde el cortijo de los Prados Altos, y no voy a entreteneros nombrando la mayoría de los puntos por los que pasamos y aburrios, así que para eso ya pongo un mapa con el itinerario que seguimos, entre otras cosas.
La primera parte de la ascensión es llevadera, aunque conforme vas haciendo metros el desnivel aumenta, dejando adivinar lo que pasara una vez abandonemos la pista y afrontemos lo que es puramente la subida. Por esta zona nos acompañaron algunos pajarillos: hererrillos capuchinos, agateadores, un pito real, verderones, carboneros comunes, zorzales charlos, etc, en las zonas más forestadas. En las menos, acentores comunes,
algún colirrojo tizón, escribano montesino, jilgueros, etc. La verdad es que no preste demasiada atención a las aves, pendiente de Irene, era su primera ascensión a un 1.800. Cuando la pendiente ya se puso “bonita”, escuchamos a un cuervo, como llamando a la carga.
Al llegar al cuco dejamos camino, y como las cabras monteses que vimos algo mas tarde nos metimos en el monte. Y a subir, ahora si que tocar apretar y tirar para adelante. Plantas pinchosas por todos lados, piedra suelta, y curvas de nivel muy pegaditas ralentizan la ascensión, y hacia que mi cabeza se girara constantemente hacia a tras pendiente de Irene, que como una campeona, despacico, pero con pocas pausas, subía para agradable sorpresa mía mucho mejor de lo que yo había imaginado. Ya llegando a la cuerda del Calar, un cernícalo conocido se las tenía con un azor, también conocido al que trataba de echar de su territorio, cosa que finalmente hizo.
 Una vez en la cuerda, aunque hay que seguir subiendo algo, mola mas, ya se descubre ante nuestros ojos un paisaje brutal, enorme y bello. Toda la
montaña albacetense, montaña murciana, granadida, jienense. Mogollón de moles petreas que los que no conocen esto no pueden imaginar, pero a los que las visitamos nos tienen enamorados. Podría tirarme horas y horas (lo he hecho) simplemente asomado a uno de estos balcones, contemplando el paisaje, viendo pasar las cosas.
Un bando de 200 chovas piquigualdas nos marcaban curiosamente el vértice geodésico, ya lo teníamos a mano, y cuando llegamos alegría suma, felicidad. Ya estaba en la cima del Calar de la Sima con Irene. Super orgulloso de ella, porque aunque no tenía dudas de que iba a llegar, sabía que le iba a costar, y por eso mismo, porque le costó, mola mas, muchísimo mas.
 Arriba comimos, bebimos, e hicimos fotos, había que dejar constancia del momento. Y nos dispusimos a iniciar la vuelta.
Subir es cansado, pero bajar tiene su aquel, y la pendiente y las piedras hacen el descenso en su momento divertido a la par que algo peligrosillo. Pero igual que subimos, bajamos, intentando buscar las pendientes menos pronunciadas, que no siempre logre, y pendiente de la compañía, ya que las fuerzas empezaban a fallar.
Un grupillo de buitres paso sobre nosotros, con rumbo a las cercanas buitreras, las más importantes de Albacete, y tras buscar de vez en cuando entre ellas algún quebrantahuesos, retomaba el descenso.
Y así fuimos bajando, poco a poco, con cuidado, hasta que de nuevo cogimos camino, y aunque aun quedaba para llegar al coche, ya vi la luz.
No se que mas contar, hay en el blog entradas mas detalladas sobre el Calar de la Sima.
No era el domingo un dia marcado para ver aves (aunque lo hicimos), tampoco era el más propicio para disfrutar del paisaje (aunque también lo hicimos), era un día para disfrutar de mi amiga del alma. Así que aun superorgulloso de haber sido el primero que estuvo con ella en un montañusco, el primero en ver su cara de satisfacción al ver que había logrado su meta, y verla hacer el canelo contenta y satisfecha, acabo esta entrada, esperando que haya más días especiales.
Chauu.




























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