Buenas…
Hoy he pasado un rato malo, de esos a los que un amante de la naturaleza no termina de acostumbrarse, a pesar de ser habituales.
Hoy tocaba comida familiar en Chinchilla de Montearagón (Albacete). En una casa cueva cerca del castillo que domina esta localidad, un sitio muy chulo. Después de comer, mis sobrinos que andaban fuera de la cosa, han pasado corriendo gritando: “¡¡¡tío Rafa, tío Rafaaa, una culebra!!!”. Me he ido para allá. Bajo un contenedor de basura se escondía una culebra bastarda, no muy grande, en torno a 120 centímetros. Los chiquillos no paraban de gritar, ahí acudió casi toda la familia, y unos vecinos, estos últimos con muy mala intención. Nada más ver la culebra ha salido el odio que muchos humanos manifiestan ante las culebras, lo primero que han dicho es que había que matarla. Instantáneamente se me ha puesto una mala “piiiii” brutal. Les he dicho que si la mataban inmediatamente llamaba a la Guardia Civil. Eso les ha hecho recular algo, aunque aun insistido en matarla un par de
veces mas, cada vez con menos ímpetu, ante mis amenazas de denunciar si mataban a una especie protegida. Les he hablado del papel que hacen como controlador de roedores, de que son bichos muy eficaces zampando ratas y ratones. Que además son animales muy bonitos, a lo que asentían. Pero seguían diciendo que podría colarse en la casa, y que eso no daba mucho gusto. Pues nada, a seguir intentando convencer de que si se cuela, se saca, que no es necesario matarla.
No entiendo esa costumbre de tener que matar a toda culebra que se cruce en nuestro camino, el odio y asco que gran parte de la población les tiene, sobre todo la rural.
Aun he recibido alguna crítica por intentar salvar la culebra, por intentar oponerme a la gente del pueblo. Puuuf!, ¿que se creen, que voy a volver la cara hacia otro lado mientras alguien mata a la culebra?, parece mentira que no me conozcan.
Finalmente mi cuñado apareció con un palo y un cubo, y consiguió meterla dentro. Costo un poco, la culebra se revolvía, silbaba y hacia por morder, pero acabo entrando al cubo. Luego me la lleve al monte y ahí la solté. Entre matorrales la perdí, desde luego hoy la vida le ha regalado otra oportunidad.
Varias horas después sigo cabreado, por eso, y por un par de escenas en un paseo posterior por un parque de Albacete. Un par de críos de unos 12 años lanzando balones al nido de una tórtola turca sobre un pino con intención de hacerlo caer, y otro par de críos intentando capturar un pollo de mirlo. He tenido bronca con todos, sinceramente estoy harto de ver escenas similares casi a diario.
Saludos.
sábado, 24 de mayo de 2014
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A veces es increíble lo que puede llegar a hacer la gente sólo por desconocimiento. En estas situaciones queda claro la importancia de la educación, en conocimientos y sobretodo, en valores naturales. Todos mis respetos por dar la cara.
ResponderEliminarLo mismo digo...
ResponderEliminarMuchos lidiamos con cabreos y peleas de este tipo demasiado a menudo. Yo confío en que si sólo un vez sirve para algo, ya merece la pena. Pero desde luego que yo también me pillo unas... Ánimo ya seguir con la labor, que hace falta mucha educación.
ResponderEliminarSobre la culebra desde hace muchos años habían leyendas que eran el mal que atraian al demonio por eso en muchos pueblos les tienen odio.
ResponderEliminarY sobre los nidos hay gente (humanos) que se quieren crer superior sobre algo y lo paga lo que tiene menos culpa. Por eso hay que realizar mucho trabajo en educación en las escuelas para poder proteger el entorno ya que en el futuro serán ellos los que tirarán del país y menos religión.
Somos ancestralmente bestias. Frente a eso hay que luchar fomentando la cultura y la educación (zanahoria) y denunciando cuando sea necesario (palo). Y, personalmente, no elegir el camino fácil que es mirar para otro lado. Muy bien llevado el tema, Rafa.
ResponderEliminarLas costumbres eran otras, ahora hay que cambiar esas costumbres y eso es difícil.
ResponderEliminarPero no imposible, animo que poco a poco se hace el camino.
Un saludo.